lunes, 19 de abril de 2010

Lecciones de Competitividad desde la Rivera.

En las infinitas salidas de campo cuando éramos de niños al museo del petróleo o a la Refinería en visitas industriales, nos relataban el cuento con gran fascinación: a principios del siglo veinte, el coronel José Joaquín Bohórquez le presentó a Don Roberto de Mares unas muestras de petróleo obtenidas en el campamento de Infantas durante una de sus expediciones por las selvas de la región en busca de Caucho. Con favorecimientos políticos y gracias a su cercanía con el Presidente Rafael Reyes, De Mares obtuvo una concesión a treinta años en la zona aledaña a lo que hoy es Barrancabermeja.

De Mares no tenía el dinero necesario para iniciar la explotación petrolera. Por casualidad, en 1915 el empresario tuvo la oportunidad de conocer a John Leonard, especulador estadounidense quien se interesó en el negocio al igual que tres de sus socios: George Crawford, Joseph Trees y Michael Benedum. Veinte años después, este último narraba con gran detalle el potencial de la zona en sus crónicas donde “la tierra olía a petróleo” aunque se preocupaba, al igual que sus amigos, sobre cómo “se las arreglarían con los cazadores de cabezas humanas de la región, las serpientes venenosas y las boas constrictoras”. Aún así, en 1916 los tres socios fundaron la Tropical Oil Company (TROCO) en Wilmington, Delaware y tres años después, el gobierno colombiano aprobó el traspaso de la Concesión de “De Mares” a la Tropical, vendida con este contrato a la Standard Oil de New Jersey. De esta manera, la famosa petrolera gringa se hizo a los promisorios campos de la región, que en 1927 representaban su principal fuente de explotación fuera de Estados Unidos.

Una vez en Barrancabermeja, la multinacional era vista como un agente civilizador que llevaría progreso al trópico. La inversión extranjera no venía sola y por el contrario, era acompañada de ritmos de trabajo modernos, incipientes estándares de seguridad (mejores a los inexistentes en la época), mejores salarios y nuevas condiciones de salud e higiene. Bajo ese sistema, y para sorpresa de muchos, Colombia producía el 1.19% del crudo mundial y ocupaba en octavo puesto como productor del mundo en 1927. Con esta valiosa información, el gobierno colombiano vislumbró una oportunidad de negocio (regalías y transferencias) y dos décadas después, exigió a la Concesión revertir a Colombia en 1951. Aunque la misión colombiana de la multinacional quería participar en el negocio, por pequeña que fuera la participación, la casa matriz en Estados Unidos quería como mínimo el 51% de la Compañía, lo que en últimas llevó (acompañado de graves problemas laborales) a trasladar sus inversiones a Medio Oriente.

Veinte años después, Ecopetrol asumió el manejo directo de la refinería de Barrancabermeja, que para entonces contaba con una capacidad instalada de 1.500 barriles por día. Esta nueva figura, permitió que durante la década del setenta se construyeran las unidades de Balance, en los noventa entrara en funcionamiento la planta de Cracking, entre otros productos derivados caracterizándose como la Refinería más grande y productiva de Colombia y ampliando su portafolio de productos, capacidad instalada e infraestructura.

Dados los retos del sector, y con un enfoque diferente en el mundo de los hidrocarburos, el gobierno nacional estructuró Ecopetrol en 2003 con el objetivo de internacionalizarla y hacerla más competitiva. Por esta razón, modificó la estructura orgánica y la convirtió en Ecopetrol S.A., sociedad pública por acciones, ciento por ciento estatal y vinculada al Ministerio de Minas y Energía. La empresa se liberó de las funciones como administrador del recurso petrolero y para hacer esta tarea, se creó la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). Hoy en día, el complejo de refinación, o la Gerencia Refinería de Barrancabermeja se extiende en un área total de 254 hectáreas en las que se distribuyen más de cincuenta plantas y unidades de proceso, tratamiento, servicios y control ambiental. El Complejo tiene la responsabilidad de generar el 75% de la gasolina, combustóleo, ACPM, así como el 70% de los productos petroquímicos del mercado nacional. Este año, inicia actividades en firme el proyecto de hidro-tratamiento de la Refinería de Barrancabermeja con inversiones estimadas en más de US500 millones, que permitirán cumplir con estándares de calidad en los combustibles producidos. Actualmente, Ecopetrol es la primera empresa del país por ingresos totales, activos, exportaciones y utilidades netas y ocupa el número 35 entre las petroleras del mundo, según el ranking publicado por PIW (Petroleum Intelligence Weekly).

Los proyectos de Ecopetrol para el mediano plazo (según su mega hacia 2015) incluyen la explotación de un millón de barriles diarios, la duplicación de la capacidad de refinación (en Cartagena y Barrancabermeja) y el inicio de inversiones por fuera del país. Este ánimo de expansión y competitividad no vienen solos. Impulsado por un boom de precios en 2008 (de ranking históricos de 140 dólares por barril en julio) incentivaron tanto las empresas de exploración y producción, como también el entorno aguas abajo, es decir, todas las sociedades que prestan servicios y ofrecen bienes al sector de hidrocarburos. Tenemos un punto de referencia cercano, que fue la construcción de balance, donde llegaron inversiones millonarias para la época pero al final solo quedaron petróleo, putas y plomo, las famosas tres pes de las que pocos queremos volvernos a acordar. La idea de esta nueva bonanza se ser competitivos, y que todo este flujo de dinero se convierta al final del día en prosperidad económica, sostenibilidad fiscal e igualdad social. Y la buena noticia, es que sí estamos haciendo cosas; la mala, que no es suficiente.

La primera aproximación para dar ese gran paso salto hacia la competitividad petrolera vino desde lo institucional. Teniendo en cuenta que tradicionalmente, la política de desarrollo regional y local en Colombia siempre se ha estructurado desde lo público y que las políticas de desarrollo social se han separado de las empresariales (lo que en últimas termina en desestimular la productividad y la innovación en las empresas colombianas), era importante establecer una nueva aproximación. Después de muchos debates al interior de la Comisión Regional de Competitividad y los gremios que la conforman, se decidió por implementar un modelo de iniciativas de clúster aprovechando la concentración geográfica de las empresas, alineando las políticas de desarrollo regional con las necesidades del sector privado, promoviendo mejores condiciones de ambiente de negocios para atraer la inversión extranjera y creando nuevos negocios, incentivando la competencia y fortaleciendo las relaciones entre los actores del clúster para facilitar los procesos de innovación para aumentar la prosperidad local y regional.

Como parte de la iniciativa de competitividad del departamento de Santander, Santander Competitivo, el Centro de Estrategia y Competitividad de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes propuso una visión de desarrollo de clústeres para el departamento. En julio de 2007 se firma un convenio entre la Cámara de Comercio de Barrancabermeja y de Bucaramanga; y Ecopetrol SA con el objetivo de desarrollar una iniciativa de clúster alrededor de la industria del petróleo dentro del área de influencia en Barrancabermeja, el Magdalena Medio y el departamento en general. Este convenio permitió a la Cámara de Comercio de Barrancabermeja contratar al CEC para acompañar y apoyar las instituciones de la región en el desarrollo de la iniciativa de clúster, apoyo que partió de la conformación de un Equipo Técnico y de la generación de un lenguaje común y marco conceptual compartido sobre competitividad.

La iniciativa del Clúster del Petróleo y el Gas es el primer esfuerzo de este tipo en Colombia, basado en el modelo aclamado y afamado de Michael Porter en el Harvard Business Review, con el ánimo de adelantar un proceso cuidadoso de construcción de institucionalidad. Comprende la aglomeración de empresas que ofrecen productos y servicios relacionados con la industria del petróleo y tiene sede en la región del Magdalena Medio Colombiano, cuyo eje central es GRB y los campos petroleros de la provincia de Mares. La iniciativa es un esfuerzo conjunto del sector privado y las instituciones locales por organizarse, compartir una visión de desarrollo, identificar compromisos claros y, de esta manera promover un futuro para la región acompañado de inversiones en infraestructura (Centro de Ferias y Exposiciones, doble calzada desde el puente Guillermo Gaviria hasta la Autopista Nacional como Corredores de Competitividad, Zona Franca, Modernización del Aeropuerto) en proyectos (establecimiento de una Promotora de Proyectos Industriales, que den dinámica a la cadena de hidrocarburos) y apuestas desde lo educativo (profesionalización y certificación de la mano de obra local) y lo institucional (garantía de acceso a servicios públicos, salud y educación).

Como muchas de las cosas que suceden en nuestra cotidianidad, la teoría es muy bonita pero distinta en la realidad. La culpa no es de Porter, como tampoco lo es de los Andes ni de la metodología utilizada. Es culpa de nosotros mismos. La iniciativa de Clúster y todo lo que representa este universo es planeado para largo plazo, al fin y al cabo es un concepto muy soft y ambiguo; pero su estabilidad la garantiza las victorias tempranas, que a la fecha no hay ninguna tangible. Y es difícil lograrlo con Directores Ejecutivos que solo piensan en viajar, viaticar y generar oportunidades de negocios para ellos mismos en contra inclusive de los intereses de los empresarios locales. Un resultado de gestión no es ir a un remate de maquinaria donde empresarios llevan asistiendo más de cinco años ni concertar viajes a Europa donde el producto final sea un día de trabajo y seis de vacaciones; mucho menos hacer más de diez presentaciones “ejecutivas” con las mismas diapositivas. Es un proceso que va mucho más allá: es apoyarse de las universidades en procesos de investigación y desarrollo, es estar del lado de los empresarios que contratan con Ecopetrol para defender sus intereses, es generar competencias, es ser ético y transparente.

No cumplen los comerciantes ni empresarios de la ciudad que no exigen resultados pronto ni expresan su inconformismo. No cumple el Municipio con sus compromisos establecidos, tampoco lo hace creyendo que poner a un funcionario en la Junta Directiva es suficiente. No cumplen las Universidades al adaptar el currículo ni las competencias en sus estudiantes según las tendencias actuales. No cumple la Cámara de Comercio al no garantizar la dinámica ni la sostenibilidad de una estrategia tan importante para la ciudad. Mucho menos cumple Ecopetrol con deficiencias en la contratación y los mil y un errores sistemáticos en los procesos de selección, así como el mal trato a los contratistas de la zona. Dos años después, acá en Barranca seguimos haciendo las mismas cositas, con la misma tecnología incipiente, con el mismo mecanismo de competencia (basado en precios), con el mismo recurso y generando cero valores agregados, la mano de obra es renuente a capacitarse y a certificarse y ni que decir de las grandes deficiencias en cubrimiento de educación, salud, infraestructura y seguridad.

Por la misma caracterización de la institucionalidad del clúster, la responsabilidad no es de uno solamente, sino de todos. Y precisamente de todos depende que al final del día se quede como un informe muy bonito de más de 200 páginas, para archivar y mirar de vez en cuando ó que sea la verdadera hoja de ruta de una estrategia de desarrollo articulada para Barrancabermeja.

sábado, 10 de abril de 2010

El fútbol de mi pueblo.


Es importante aclarar que escribo este post el sábado 10 de abril, en la previa del partido Alianza Petrolera – Real Santander, con el equipo barranqueño en segunda posición en la tabla, a tres puntos del líder, Atlético La Sabana, después de 5 victorias, 2 derrotas y un empate.


Si se pudiera resumir, la historia y los logros del fútbol en Barrancabermeja se contarían con los dedos. El primero sería la fundación de la Corporación Deportiva Alianza Petrolera el 24 de octubre de 1990 y su posterior inscripción, ratificación, personería jurídica y aprobación en la Dimayor. La segunda sería aquella final del torneo de la B, disputada en noviembre de 2002 ante Centauros de Villavicencio, donde la máquina amarilla, después de un emocionante empate 0-0 de local, perdió su única oportunidad de estar en el torneo profesional por un dudoso penalti en el último minuto de juego. Las otras serían un poco más irrelevantes, como los goles de Sergio Herrera en la Selección Colombia sub-20 que en últimas lo llevarían al América de Cali y luego a un fracaso estrepitoso en Arabia Saudita y la contratación de Iván René Valenciano como el “galáctico petrolero”, que al final resultaría reducido a sus espectáculos de embriaguez, mal fútbol y dos goles en un semestre.

Con este palmarés, pareciera que el Alianza Petrolera estuviera destinado a fracasar desde sus inicios. Si bien el arranque fue muy dinámico y motivador, con Ecopetrol aportando dos lotes (uno para los entrenamientos, el otro como estadio) y un apoyo monetario importante para la época; y la Alcaldía sacando recursos de las uñas para mejorar una infraestructura futbolística inexistente, la realidad después de 19 años pareciera ser otra. El lote donado, nunca se utilizó para entrenar y hoy se encuentra en la mitad de un lío jurídico que involucra a la Junta Directiva y al Presidente del equipo (o ex – Presidente, ya no se sabe). El estadio, por otro lado, bautizado en honor a un odontólogo paisa que en sus tiempos libres hacía las veces de dirigente deportivo, tiene la solidez y cimentación digna de una catástrofe civil, comprobado con el estudio llevado a cabo por el Inderba el año pasado donde demostró que de las 8.000 personas que tiene de capacidad, sólo 1.500 tendrían condiciones estables de seguridad y las 6.500 restantes, estarían en peligro inminente de colapso. Para evitar la tragedia, en la actualidad no hay acceso a estas zonas, lo que limita la capacidad de la boletería a pobres quince millones de pesos, sin descontar las boletas de cortesía.

No es culpa de la gente que está ahora al frente de la administración. La realidad es que por costumbre y tradición política, el Inderba prácticamente no existe para el municipio, y una política integral del Deporte en Barrancabermeja (con ejes y estrategias) brilla por su ausencia. Por esta razón, no es sorpresa que en Barranca se hayan disparado las tasas de delincuencia y drogadicción juvenil en la última década. Esta falta de planeación resulta en decisiones improvisadas que llevan a la construcción de numerosos elefantes blancos en adecuaciones deportivas en la ciudad. El ejemplo más reciente es la pista de bicicross en la mal llamada “Villa Olímpica”. ¿Alguien podría mostrarme el estudio de factibilidad y conveniencia de esta construcción?

Por supuesto, el Alianza Petrolera no es la excepción. A 2010, la Corporación es una entidad totalmente quebrada, ilíquida y con pasivos superiores a los mil millones de pesos. Hay ocasiones donde los jugadores duran 4 y hasta 5 quincenas sin pagos, por lo que no tienen motivación alguna para jugar. En resumen, el equipo es sinónimo de mediocridad y corrupción. Por esta razón, no es muy fácil buscar patrocinios en el sector privado: nadie quiere estar relacionado con el Alianza y además, las entidades que sí podrían aportar algo se excusan en argumentos que se caen sobre su propio peso. Ecopetrol por ejemplo, se escuda que una empresa con capital público no puede apoyar ni soportar equipos deportivos. Falso, ¿ó como hace EPM para patrocinar a Santa Fe? ¿Ó como hacen las empresas licoreras departamentales para apoyar a equipos de la A y de la B? La alcaldía también hace lo mismo, impidiéndose a sí misma para aportar más fondos por restricción presupuestal. Igual de falso, ¿entonces cómo hizo Judith Pinedo para sacar más de 10.000 millones de pesos para invertir en el Real Cartagena? ¿Cómo hizo Corzo para prometer en campaña (y cumplirlo una vez electo) de llevar al Cúcuta Deportivo a la Copa Libertadores?

A todo lo anterior hay que sumarle un defecto inclusive peor que todos los demás: inestabilidad directiva. El Sr. Botero, Presidente del equipo (el anterior, ó el actual, cómo dije no se sabe) y la Junta Directiva que lo acompaña es mañosa, inepta y sin interés por el equipo. Lo más triste es que entidades como la Cámara de Comercio de la ciudad, entendiendo de la importancia de la causa deportiva comenzaron a apoyar al equipo para encontrar un muerto viviente ingobernable e inmanejable. Justo cuando el equipo comenzaba a levantar cabeza, la situación se volvió insostenible y hoy, vuelven los mismos a hacer las mismas. Justiniano, ¿usted si sabe administrar un equipo de fútbol? Lo invito a jugar Hattrick, para que se haga una idea inicial de cómo es la situación.

Un equipo de fútbol es parte de la identidad de una ciudad. En países con cultura futbolística mucho mayor, las personas se sienten orgullosas de tener un equipo en cuarta división. Acá no pasa esto. Es tan pobre la situación, que el animador del equipo antes de iniciar un partido grita eufóricamente: “Que viva el Alianza Petrolera, y que viva el Juniorrrr de Barranquilla”. En Ibagué el Indio Pijao siempre sonríe, tiene pundonor, garra, energía y coraje; la mascota en Barrancabermeja es un loco desnutrido con serios indicios de alcoholismo. Ni que decir de los pocos espectadores que vamos al estadio, ya que más de la mitad llevan (llevamos, en algunos casos) camisetas que ó bien son de equipos de la primera categoría ó equipos internacionales, y los radios están más pendientes de lo que pasa en Armenia o Cali, que en Valledupar y Bucaramanga.

También la economía tiene mucho que ver. Un equipo de fútbol bien manejado hace parte de la competitividad de una región y una ciudad. ¿O alguien conoce algo sobre Villareal en España que no sea por el submarino amarillo? No tengo los números, pero los impactos en publicidad, televisión, ocupación hotelera, espacios en televisión, turismo y otros por cuestiones de fútbol no deben ser nada despreciables. Es una imagen mediática de gran impacto positivo para todos. Si estamos aburridos de escuchar en las noticias nacionales sobre paros, violencia y petróleo en Barranca, el fútbol podría ser una buena salida. Un tip: la sección deportiva en un noticiero ocupa más del 50% del espacio de tiempo total, y tiene mayor recordación que las noticias nacionales.

Soluciones hay muchas y de todos los tamaños, dependiendo del norte que se quiera seguir. Históricamente, un idilio político y social es la integración perfecta de los sectores público y privado. Está demostrado hasta la saciedad que en países en vía de desarrollo estas iniciativas tienden a fracasar. Pero paradójicamente los temas deportivos suelen ser la excepción. Para la muestra, acabamos de ver la Organización de los Juegos ODESUR en Medellín, globalmente a la altura de los Olímpicos de Barcelona en 1992, pero imponiendo un estándar altísimo para la región, acostumbrada a logísticas dignas de los años cincuenta.

Volviendo al Alianza, el equipo puede responder a esta coyuntura. Para encontrar una respuesta simple es cuestión de buscar en el interior del nombre del equipo. La solución es una ALIANZA entre la Gobernación, la Alcaldía y la Empresa Privada para que las cosas puedan ser diferentes sin irse a los extremos. Es decir, no pueden aportar las migajas que entregan actualmente pero tampoco puede ser la única fuente de ingreso; el equipo debe ser auto-sostenible en el mediano plazo, pero como punto de partida se debe hacer una inversión fuerte. Esa sostenibilidad se logra llenando el estadio (con 10.000 asistentes, mínimo), con contrataciones decentes, con un técnico de experiencia y con una veeduría ciudadana y de los grupos de interés que certifiquen que el manejo de los recursos es el mejor. Las empresas privadas siempre ven el patrocinio como una oportunidad de publicidad, así que si el equipo juega bien y gana, ¿a quién no le gustaría tener su marca en el frente de la camiseta?

El año pasado el equipo tocó el fondo de su crisis, a tal punto de ser el equipo anti-record en el Fútbol Profesional Colombiano. Este año, sin aparente razón (ya que cambios estructurales no ha hubo entre los dos períodos) la historia es diferente y el equipo podría incluso meterse dentro de los 4 semifinalistas. Muchos seguimos aguardando el día en que se pueda hacer un papel protagonista y no uno de relleno en un torneo nivelado por lo bajo. Mientras tanto, mañana iré al estadio, me compraré una paleta de mango biche y haré toda la fuerza para que un Banguero, un Movil, un Rentería ó un Uhía hagan un buen partido y ganemos, para comenzar a creer que el Alianza Petrolera podría ser mucho más de lo que por ahora, nunca podrá ser.