miércoles, 31 de marzo de 2010

Los Tulipanes de Barranca.



Hace poco más de una semana, los medios de comunicación más importantes de Colombia (RCN, Caracol, Publicaciones Semana, Casa Editorial El Tiempo y El Espectador) se reunieron para organizar el Primer Gran Debate Electoral con los siete candidatos a la Presidencia del País. Con una dinámica un poco más innovadora que las versiones anteriores, una de las secciones consistía en poner a los aspirantes en un “cara a cara” en el que uno podría cuestionar al otro con opción de preguntar. Una apuesta muy arriesgada por parte de los organizadores, pero un éxito: fue el segmento en donde más se notó la incomodidad de algunos a la hora de contestar.

Casi sobre el final Juan Manuel Santos, candidato del Partido de la U, le preguntó a la Conservadora Noemí Sanín sobre cómo haría su gobierno para resolver el problema de la revaluación del peso. Pregunta de alto grado técnico en macroeconomía, con el único fin de aniquilar a su contrincante. Sanín, haciendo gala de su pasado en la Cartera de Comercio Exterior y apelando a sus propios términos, afirmó que “debería existir un fondo de sustentabilidad para evitar la enfermedad holandesa” y que su gobierno haría “una política macroeconómica con responsabilidad social”. La cara de todos los panelistas fue de sorpresa y conmoción por un momento, pero tiempo después, el comentario pasó inadvertido.

A mí me gustaría que la Doctora Sanín les explicara a los colombianos un poco más sobre la Enfermedad Holandesa y que sobre todo, nos comentara cómo esta situación puede impactar negativamente sobre la revaluación del peso. Dudo mucho que lo pudiera hacer de una manera convincente para que los colombianos de a pie dejaran de hacerse ideas sobre un nuevo tipo de gripe. Sin embargo, dos cosas sí son ciertas sobre su respuesta: la situación es preocupante y puede llevar a un debilitamiento de la moneda colombiana, especialmente en uno de los sectores más críticos y prometedores que deberá afrontar el sucesor de Alvaro Uribe, el sector minero y de hidrocarburos.

Empecemos por el principio, y para ponernos en contexto debemos ir atrás a los años de 1960, cuando los países bajos (Holanda) descubrieron las más grandes y promisorias reservas de Gas en el Mar del Norte. Esto hizo que en los años siguientes los ingresos y las riquezas de este país aumentaran de manera sustancial, derivando en un fortalecimiento de la moneda holandesa (el florín) y terminó perjudicando la competitividad de las exportaciones no relacionadas con el gas en el país (las flores, los cultivos de girasol, entre otras). De esta anécdota no tan graciosa viene el bautizo de la situación que implica adicionalmente grandes flujos de inversión extranjera directa, entrada masiva de divisas al país y notables incrementos en los precios del recurso natural, pero también de las actividades relacionadas.

Y no sólo pasó en Holanda, también pasó en países petroleros en la década de los setenta, al igual que en Colombia con la bonanza cafetera de 1980 donde un aumento del precio de cotización del grano, los demás sectores se vieron perjudicados.

Los síndromes de esta enfermedad tienen un incómodo pero cierto parecido con la actualidad en Barrancabermeja. Un flujo masivo de dinero (más de ocho mil millones de dólares de flujos de inversión en HDT y PMRB en un lapso de diez años), un sector específico, inversión extranjera directa temporal (Foster Wheeler y de ahí para abajo) y un aumento considerable en el precio de todo lo que rodea al sector. Visto de la manera más sencilla, esta teoría explica el porqué Barrancabermeja tiene el precio de huevo más caro de Santander, la energía eléctrica más cara de la región andina, las pensiones escolares más altas del departamento, los incrementos porcentuales en arriendos más altos del país y la valorización más alta en finca raíz de la historia. De nuevo, it’s the economy, stupid!

Y en ese sentido de las cosas, es cuando el Gobierno Municipal, con inversiones tan altas, con flujos de regalías nunca antes vistos y presupuestos tan exorbitantes debe encargarse de tener un manejo de las finanzas públicas muy responsable, pero sobre todo, una persona que sepa de política económica, y sus decisiones tengan el más mínimo ingrediente de lucidez monetaria. Pero acá, ni lo uno ni lo otro. Nadie está pidiendo un ex-director del Banco de la República, pero tampoco es justo que nombren a alguien que tenga por hobby redactar convenios de colaboración ciudadana en el cargo.

Para nadie es sorpresa: Barrancabermeja tiene una burbuja especulativa con el tema del petróleo y gas, y nadie hace nada al respecto. Lo sabe el ingeniero, el pensionado, el pescador y el empresario. La ciudad es costosa para el nivel de vida de Colombia y como todos vivimos pensando en los cinco años de bonanza que vienen (incluyéndome) lo aceptamos a regañadientes. Las soluciones tampoco son suficientes: Una comisión verificadora para el establecimiento de los arriendos es la idea más ridícula que he escuchado en mucho tiempo y demuestra una vez más la ligereza con que la administración se toma los problemas. La opinión pública tampoco ayuda mucho: si el municipio ahorra, está mal porque la plata no se puede quedar en los bancos; si lo invierte, es sinónimo de corrupción, desfalcos y despilfarro. No es de lo uno ni de lo otro, es simplemente ponerle sentido común a un presupuesto de 400.000 millones, priorizarlo y poner en el mismo hilo conductor a la comunidad, al sector privado, a los grupos de interés y a la sostenibilidad financiera de Barrancabermeja.

Alguna vez le escuchaba a un gran amigo comentarme con un poco de tristeza sobre el problema de las bonanzas de recursos naturales en el mundo, que siempre se muestran como la panacea y tiempo después solo dejan miseria, inequidad y subdesarrollo. Me citaba a Nigeria, a Perú, a Bolivia y a Haití. Yo le respondía con algo de incredulidad: ¿y Dinamarca, Rusia, Finlandia y Holanda? Es diferente, replicaba: “cuando tuvieron la bonanza ya estaban bien, mientras que en mis casos la bonanza lo era todo para los países”. No es del todo cierto, los commodities representan la mayoría de los ingresos en los cuatro estados europeos. Esto demuestra que el problema no es el boom per se, si no como se afrenta, y con quiénes se enfrenta. Y si hacemos un alto en 2010, y miramos hacia 2015 con todos los factores quietos, estamos más cerca de parecernos a Abuja que a Copenhague.

martes, 23 de marzo de 2010

El turismo ausente.

Barrancabermeja recibe más "turistas" que nunca en toda su historia. Eso queda demostrado con sólo mirar los vuelos de las dos aerolíneas que llegan a la ciudad diariamente. Y parte del objetivo de este flujo masivo de visitantes (así sean petroleros venezolanos, contratistas, cantantes evangélicos, trovadores y demás) es vender la ciudad como un lugar agradable, lleno de gente trabajadora, y sobre todo, que somos más que petróleo y calor. Lamentablemente, a la fecha la percepción no mejora y por el contrario vamos de para atrás.

El tema ha estado mal concebido desde el principio. Cuesta mucho trabajo entender la obsesión del Gobierno Municipal de vender a Barrancabermeja como un paraíso turístico cuando no somos ni lo uno ni lo otro. Esta es una ciudad industrial, y debe venderse como tal; no tiene nada de malo hacerlo. Houston, Edmonton y Stavanger son capitales mundiales de petróleo y refinación y ese es el modelo de ciudad que debemos emular. No es el típico destino de una familia para sus vacaciones, es una ciudad de trabajo, industrializada y con altos estándares de vida para sus habitantes. Por el contrario, acá queremos es más bien parecernos a Cartagena (con paseos en caballos de segunda incluidos) pero hasta ahora nos parecemos más a los cinturones de miseria que hacen infame al "corralito de piedra" que en tener un sector empresarial de talla mundial.

Y en esa serie de errores se lanzan propuestas que nadie puede entender. Por ejemplo, el parque temático del agua, estandarte de la Alcaldía para incentivar el turismo y el incremento de visitantes. ¿Por qué el agua? ¿Es que tenemos exceso de reservas? ¿Es para celebrar que la empresa de alcantarillado está cambiando la red para tener estándares de 1980? ¿No es más fácil invertir dinero en el olvidado Museo del Petróleo (el único de Latinoamérica, le escuchaba yo a mi papá decir orgulloso hace más de veinte años) y volverlo interactivo, dinámico y atractivo? El otro ejemplo, más sacado del oportunismo de la seguridad democrática, convierte en exentos a los hoteles de impuesto de renta por 15 años, lo que a la postre ha llevado que Barranca tenga más de 95 hoteles registrados legalmente, pero menos de la décima parte tengan más de 1 estrella en calidad.

Pareciera en cambio que las cosas que sí importan realmente en el tema turístico se dejaran de lado. Esas cosas pequeñas que sí pueden aportar un cambio y son de alto impacto para la imagen de la ciudad. La principal: en servicio al cliente, el cual brilla por su ausencia. En mi opinión personal, la ciudad tiene el peor estándar en todo Colombia. Ni siquiera Mocoa es tan deficiente en este aspecto. Acá no existe el más mínimo conocimiento de la Gerencia de Servicio y el mismo aplica para meseras, cajeros, recepcionistas, aseadores y todo el staff de cualquier restaurante, hotel, centro, club y demás lugares de esparcimiento.

Tan grave es el problema, que franquicias que han llegado a Barrancabermeja últimamente, y caracterizados a nivel nacional por su gran servicio al cliente, son la excepción en la “hija del sol”. Personalmente me sucedió una situación desagradable en una heladería y por coincidencia tuve la oportunidad de conocer a la Gerente de la tienda. Le expuse mi caso y su respuesta fue: es que acá eso es tan difícil (con el tonito típico de los de acá). Yo no quería un helado gratis, lo que quiero es que para bien de todos mejore la actitud tan displicente de todos. Lo mismo me ha sucedido con meseros que responden “obvio” ante una pregunta no tan obvia, cajeras que miran como si estuvieran haciendo un favor, aseadores que trapean en los pies de los clientes, botones que están más pendientes del celular que en recoger las maletas de un huésped, entre muchos otros casos. Eso sí, la frase de “la propina no está incluida” nunca falta, tampoco falta los sobrecargos por lo uno y por lo otro.

Porque en precios Barrancabermeja está por encima del nivel nacional. Burbuja especulativa, tema del cual ya hablamos antes con las penosas consecuencias de ciclos inflacionarios y reducciones en bienestar y prosperidad. Las comparaciones son odiosas, pero sirven: Una habitación en un hotel de 5 estrellas en Shanghai cuesta 150 dólares la noche, en Barrancabermeja llega al mismo precio, pero con 2 estrellas menos; una cena promedio en Bogotá cuesta 30.000 pesos, en Barranca supera los 50.000, con la notable ausencia de restaurantes de verdadera calidad; una botella de whisky en un bar promedio de la ciudad no baja de 180.000, al mismo precio de Bogotá o Medellín en sitios mucho más cómodos.

Barrancabermeja es obviamente mucho más que petróleo y calor, pero a veces nosotros mismos queremos mostrarla solamente así. Por ejemplo el Sena en la seccional local no tienen ningún tipo de formación en atención al cliente, gerencia del servicio y demás, como si existen en Bucaramanga, Villavicencio y Santa Marta. En vez de estar preparando miles de inspectores en seguridad industrial que al cabo de cinco años no se requerirán, podrían dedicar a formar cien o doscientos muchachos que salgan con otra visión totalmente opuesta a la actual, igual sucede con profesionales en cocina, gastronomía y enólogos, que pudieran enriquecer la oferta existente. La idea es aprovechar la bonanza, pero hay que hacerlo sin dejar de lado la sostenibilidad en el largo plazo, y esta solo se da con el ofrecimiento de un valor agregado ó un diferenciador que marque la diferencia entre lo convencional y lo sofisticado. Ahí está la clave de la verdadera competitividad.

sábado, 6 de marzo de 2010

La economía del transporte informal en Barrancabermeja


Hace un poco más de dos semanas, la Inspección de Tránsito y Transporte de Barrancabermeja publicó el informe de accidentalidad en la ciudad para el año 2009. Las cifras por sí solas, aparte de demoradas en salir a la opinión pública (lo que le quita un poco de transparencia al asunto) son aterradoras: durante el año pasado hubo un total de 986 accidentes de tránsito (más de dos diarios) que involucraron 870heridos, y 57 muertes. Con respecto a 2008, se presentó un crecimiento del 10% y la tendencia es al alza, ya que durante el primer mes de 2010 se presentaron 94 accidentes.

Llama mucho la atención que de este total, mayoritariamente estuvieron involucradas motocicletas, con un alarmante 20% del total, muy, muy por encima del 9% de automóviles, particulares y servicio público. Miento, no llama la atención. Es apenas obvio que en una ciudad con menos de 300.000 habitantes, pero con más de 50.000 motos registradas (sin contar las que llegan de poblaciones aleñadas como Yondó, San Pablo, Sabana de Torres, Puerto Wilches y demás) y con el nivel de imprudencia con el que manejan las motos se queda pequeña la cifra. En Bogotá los reyes del asfalto son los taxistas; en Barrancabermeja son los motociclistas, particularmente representados por los más de 2.000 “moto-piratas” o como ellos piden ser llamados: “transportadores informales”, como si un eufemismo de ese tipo solucionara la situación.

Es un fenómeno en Colombia, claro que lo es. Se ve mucho en la Costa Atlántica, y “si se ve allá, por qué no acá” me comentaba en una ocasión un “líder cívico” que agremia a este sector (igual de ilegal a su profesión). Pero es que en Francia, en Alemania y en Australia también hay transportadores de motos, pero son legales, tienen rutas y tarifas establecidas, y un dato adicional: tienen kits de desinfección para cascos y asientos. Acá no pasa nada de esto y sus nuevas reglas aplican como mandato; en Barranca las motos son dueñas de todo el ancho de la vía, no existe un mínimo respeto por las más elementales normas de tránsito, y no existen señales de pares, cruces, semáforos, nada. Sólo hay una regla: recoger clientes y llevarlo a su destino final, como cueste. Es la economía del rebusque y la guerra del centavo; es el “negocio socio”. Lo importante es conseguir los 10.000 de la cuota diaria, los 2.000 de la gasolina y de ahí en adelante es ganancia; no hay prestaciones sociales, no hay aportes parafiscales, no hay ARP y en muchos casos ni siquiera hay SOAT. El transporte informal no es generación masiva de empleo, no es una solución a la pobreza: es una mafia del transporte y empeora las condiciones de vida de las personas. En cientos de casos los transportadores no son de Barrancabermeja y no conocen cómo llegar de un lado a otro.

Las autoridades municipales al respecto brillan por su ausencia. Como siempre en nuestra folclórica democracia, las soluciones se presentan ante una crisis. Se presentan paros, disturbios, caos en las vías (en el de octubre pasado la Cámara de Comercio reportó más de 450 millones de pesos en pérdidas económicas) y ahí sí, hay que encontrar una solución, y entre más rápida mejor. Se expiden decretos que a la postre no sirven para nada y no son más que salidas temporales a un problema que se viene agravando en la ciudad. La salida no es prohibir las motos una vez al mes, tampoco prohibir el parrillero que no sea núcleo familiar (todavía no entiendo cómo a alguien se le puede ocurrir algo tan peculiar); mucho menos establecer rutas dónde puedo y dónde no puedo circular. Todas estas decisiones son excluyentes y arbitrarias, y cómo dije anteriormente, no apuntan a la raíz del asunto.

Acuñaba Bill Clinton una de mis frases favoritas durante su campaña presidencial en 1992 para derrotar a George Bush padre: It’s the economy, stupid! Es un problema de oferta y demanda, así de simple. La población de Barrancabermeja crece a niveles por encima de la media, y siguiendo el patrón de crecimiento lineal del país, tenemos que 75 de cada 100 nuevos habitantes usarán transporte público para movilizarse. Claro, no hay cómo movilizarse, sólo tenemos menos de 100 buses, busetas y colectivos que se encuentran todos obsoletos, inseguros, en pésimas condiciones de comodidad y sin cumplir ninguna norma de seguridad. Todo sería diferente con más y mejores buses. En vez de estar peleando, taponando vías y lanzando arengas contra todo lo que se atraviese, deberían tomar todas las ganancias que deja el transporte y optimizar la flota de transporte. Si no hay dinero es entendible, pero los dueños de buses deberían emplear más tiempo consultando opciones de leasing.

El Gobierno puede hacer mucho, pero no tiene la voluntad política para hacerlo. Al fin y al cabo son 50.000 votos que fácilmente pueden influenciar para escoger un alcalde, un concejal y hasta un congresista. No es políticamente correcto dirían los diplomáticos y es mejor invertir en diez caballos moribundos para hacer paseos de dos cuadras. Pero el problema sigue ahí, creciendo como bola de nieve, y mientras la Secretaría de Movilidad siga siendo una cartera de quinta categoría, acá no va a pasar nada. Seguiremos viendo como las estadísticas de accidentalidad crecen y nos sentiremos muy orgullosos que en este 2010 superemos a Pereira en el primer puesto de accidentes pér capita.